[El presente texto fue publicado originalmente en la versión en línea de la revista La Tempestad, en mayo de 2012. Hace ya años que no está disponible la publicación original, y por esa razón me pareció buena idea rescatar el texto aquí.]
ADAM YAUCH, MÚSICO
WILFRIDO TERRAZAS
El pasado 4 de mayo, el hip hop perdió a uno de sus más grandes exponentes, el Beastie Boy Adam Yauch (1964-2012). Yauch, insigne hijo de Brooklyn, había luchado contra el cáncer por alrededor de tres años. Su legado es enorme. Yauch supo llevar una carrera personal cuyos frutos en varios ámbitos son realmente notables. Paralelos a su trabajo como miembro fundador del legendario trío Beastie Boys, son bien conocidos su activismo (en particular a favor de la liberación del Tíbet), su práctica del budismo, sus actividades como productor musical, y como productor-director de cine y video. Es en sus logros musicales, sin embargo, en los que me quiero enfocar en estas breves líneas.
Al escuchar con atención cualquiera de los álbumes de los Beastie Boys, atestiguamos una musicalidad rica y poderosa, llena de energía vital. Adam Yauch, Adam Horovitz y Michael Diamond (mejor conocidos por sus nombres de batalla: MCA, Ad-Rock y Mike D, respectivamente) fundaron el grupo en 1979, inicialmente como una banda de hardcore. Si bien su principal medio de expresión ha sido el hip hop, los Beastie Boys son músicos que se desenvuelven cómodamente en varios estilos, y no rehúyen a mostrar una plural creatividad en sus discos. Álbumes como Check Your Head (1992) o Hello Nasty (1998) contienen canciones que exploran estilos tan diversos como el reggae, el hardcore, el punk, el latin jazz, la bossa nova o el funk, además, claro, del hip hop. Como suele suceder en casos similares, en la música del trío neoyorquino encontramos siempre balance, cuidado meticuloso, para una música que puede ser brutalmente abierta y apabullante. Esto nos habla de un proceso consciente de colaboración, de trabajo colectivo. La creación colectiva es la esencia de esta música (y de todas, pero frecuentemente se nos olvida este precepto, en particular en el ámbito de la música de concierto). El desarrollo del proceso colaborativo de los Beastie Boys es una gran lección para todo músico y, por extensión, para toda persona deseosa de construir algo en la vida.
Sus primeros dos LPs, Licensed to Ill (1986) y Paul’s Boutique (1989), establecieron a los Beastie Boys como una de las bandas más importantes de hip hop del planeta. Al terminar de grabar Paul’s Boutique, los raperos decidieron fundar su propio estudio y continuar en él su trabajo. Este hecho les abrió las puertas a un proceso de colaboración intenso y altamente productivo. Empezaron a grabar todo lo que hacían. Yauch recuerda lo importante que fue este cambio: “empezamos a tocar nuestros instrumentos de nuevo. Fue la primera vez que tocábamos juntos en serio, como una banda, desde nuestros días de hardcore.” Y he aquí un elemento importantísimo para poder considerar la musicalidad del grupo: Yauch tomó el bajo, Horovitz la guitarra y Diamond la batería. Los Beastie Boys son, fundamentalmente, un trío clásico de rock. Sin ánimo alguno de desconsiderar sus habilidades como MCs o letristas (que son legendarias), ni de demeritar la genialidad de su sampling, quisiera subrayar aquí el inigualable amarre que los Beastie Boys poseen al tocar juntos, como trío instrumental (considérese, además de las múltiples pistas instrumentales de sus discos, su álbum enteramente instrumental: The Mix-Up, de 2007). Esos grooves, pesantes, profundos, laid-back. El bajo de Yauch, siempre claro, iluminando la batería de Diamond, disparando la armonización de la guitarra de Horovitz. Su proceso creativo parte de esta habilidad, por lo menos desde Check Your Head en adelante. Horas y horas de jamming en el estudio. En el origen de una canción de éxito está una línea de bajo, un groove, un riff. ¡Se trata ante todo de una sección rítmica! Los Beastie Boys construyen sus canciones desde abajo. Esta característica define la organicidad de su música. Al estar rodeados de colaboradores ideales, como Mark Nishita en los teclados y Mario Caldato Jr. en la producción, sus álbumes rayan en el delirio y la perfección.
El legado musical de Adam Yauch está en cada línea de bajo, en cada uno de sus acentos funky. Es raro pensar que el gran trío ha perdido uno de sus miembros. Pero el legado está ahí, brutal, gigantesco, planetario, intergaláctico. Escuchemos la música de los Beastie Boys, pues MCA está en cada uno de nosotros.
ADAM YAUCH, MÚSICO
WILFRIDO TERRAZAS
El pasado 4 de mayo, el hip hop perdió a uno de sus más grandes exponentes, el Beastie Boy Adam Yauch (1964-2012). Yauch, insigne hijo de Brooklyn, había luchado contra el cáncer por alrededor de tres años. Su legado es enorme. Yauch supo llevar una carrera personal cuyos frutos en varios ámbitos son realmente notables. Paralelos a su trabajo como miembro fundador del legendario trío Beastie Boys, son bien conocidos su activismo (en particular a favor de la liberación del Tíbet), su práctica del budismo, sus actividades como productor musical, y como productor-director de cine y video. Es en sus logros musicales, sin embargo, en los que me quiero enfocar en estas breves líneas.
Al escuchar con atención cualquiera de los álbumes de los Beastie Boys, atestiguamos una musicalidad rica y poderosa, llena de energía vital. Adam Yauch, Adam Horovitz y Michael Diamond (mejor conocidos por sus nombres de batalla: MCA, Ad-Rock y Mike D, respectivamente) fundaron el grupo en 1979, inicialmente como una banda de hardcore. Si bien su principal medio de expresión ha sido el hip hop, los Beastie Boys son músicos que se desenvuelven cómodamente en varios estilos, y no rehúyen a mostrar una plural creatividad en sus discos. Álbumes como Check Your Head (1992) o Hello Nasty (1998) contienen canciones que exploran estilos tan diversos como el reggae, el hardcore, el punk, el latin jazz, la bossa nova o el funk, además, claro, del hip hop. Como suele suceder en casos similares, en la música del trío neoyorquino encontramos siempre balance, cuidado meticuloso, para una música que puede ser brutalmente abierta y apabullante. Esto nos habla de un proceso consciente de colaboración, de trabajo colectivo. La creación colectiva es la esencia de esta música (y de todas, pero frecuentemente se nos olvida este precepto, en particular en el ámbito de la música de concierto). El desarrollo del proceso colaborativo de los Beastie Boys es una gran lección para todo músico y, por extensión, para toda persona deseosa de construir algo en la vida.
Sus primeros dos LPs, Licensed to Ill (1986) y Paul’s Boutique (1989), establecieron a los Beastie Boys como una de las bandas más importantes de hip hop del planeta. Al terminar de grabar Paul’s Boutique, los raperos decidieron fundar su propio estudio y continuar en él su trabajo. Este hecho les abrió las puertas a un proceso de colaboración intenso y altamente productivo. Empezaron a grabar todo lo que hacían. Yauch recuerda lo importante que fue este cambio: “empezamos a tocar nuestros instrumentos de nuevo. Fue la primera vez que tocábamos juntos en serio, como una banda, desde nuestros días de hardcore.” Y he aquí un elemento importantísimo para poder considerar la musicalidad del grupo: Yauch tomó el bajo, Horovitz la guitarra y Diamond la batería. Los Beastie Boys son, fundamentalmente, un trío clásico de rock. Sin ánimo alguno de desconsiderar sus habilidades como MCs o letristas (que son legendarias), ni de demeritar la genialidad de su sampling, quisiera subrayar aquí el inigualable amarre que los Beastie Boys poseen al tocar juntos, como trío instrumental (considérese, además de las múltiples pistas instrumentales de sus discos, su álbum enteramente instrumental: The Mix-Up, de 2007). Esos grooves, pesantes, profundos, laid-back. El bajo de Yauch, siempre claro, iluminando la batería de Diamond, disparando la armonización de la guitarra de Horovitz. Su proceso creativo parte de esta habilidad, por lo menos desde Check Your Head en adelante. Horas y horas de jamming en el estudio. En el origen de una canción de éxito está una línea de bajo, un groove, un riff. ¡Se trata ante todo de una sección rítmica! Los Beastie Boys construyen sus canciones desde abajo. Esta característica define la organicidad de su música. Al estar rodeados de colaboradores ideales, como Mark Nishita en los teclados y Mario Caldato Jr. en la producción, sus álbumes rayan en el delirio y la perfección.
El legado musical de Adam Yauch está en cada línea de bajo, en cada uno de sus acentos funky. Es raro pensar que el gran trío ha perdido uno de sus miembros. Pero el legado está ahí, brutal, gigantesco, planetario, intergaláctico. Escuchemos la música de los Beastie Boys, pues MCA está en cada uno de nosotros.